Sería fácil echarle la culpa a la falta de tiempo o a la falta de inspiración.
Sería fácil ponerme en el punto de mira de tanta procrastinación, por dejar para mañana visitar el que fue mi sitio, mi cuaderno de bitácora, mis círculos cerrados.
¿Se abrieron los círculos? ¿Se diluyeron?...
No lo sé. No sé si quiera si fue una moda que adquirí como un vicio. Lo que sé es que me vino bien y fui muy feliz contando historias y mucho más feliz compartiéndolas.
Y surge la pregunta que titula esta entrada: ¿Qué hacer con este barco pirata que ahora, además, es un barco fantasma?
Regulación y arbitrariedad: malos compañeros de viaje
Hace 10 horas